viernes, 10 de mayo de 2013

EL SUICIDIO (I): UN PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA

En una entrevista para el periódico La Vanguardia, la psiquiatra Carmen Tejedor, especializada en conducta suicida en el Hospital Sant Pau de Barcelona, decía que el tabú del suicidio tiene su origen en el hecho de que “se cree que el suicidio es una decisión libre. Si hay libertad, hay culpables”. No obstante, el significado del suicidio ha ido cambiando a lo largo de la historia, según los patrones culturales de cada época. Las antiguas civilizaciones de Asia, (India, China, Tíbet o Japón), los egipcios, los galos, los germanos o los visigodos aceptaban el suicidio, sin embargo, fue condenado en la Antigua Grecia y en el Imperio romano, y sobre todo en la Edad Media, con la expansión del cristianismo. La Iglesia sólo disculpaba el suicidio patológico.

El suicidio de Lucrecia. Jean François de Troy.
El suicidio fue considerado en Europa como un crimen de lesa majestad hasta el siglo XVII, y era castigado con la confiscación de los bienes, la negación de la cristiana sepultura e incluso con la degradación del cuerpo, que era arrastrado por las calles.

Las ideas del siglo XVIII, que pretendían el triunfo de la razón, explicaban el suicidio como un acto de libertad individual. El abate Desfontaines fue el primero en emplear el término suicidio en 1737, sin embargo, no fue abordado su estudio científico hasta el siglo XIX. Estos estudios se emprendieron primero desde un enfoque psiquiátrico, con Esquirol a la cabeza, fundador de la doctrina psiquiátrica (1838), que decía que el hombre atenta contra su vida sólo en la locura y que "todos los suicidas están alienados". La explicación se buscaba en factores individuales, como una manifestación de una enfermedad mental.

Otros autores como Durkheim o Halbwachs, trataron de explicar el suicidio desde un enfoque sociológico. En 1897, el sociólogo Emile Durkheim, en su estudio El suicidio, indicaba precisamente que el comportamiento suicida venía influenciado por factores esencialmente sociales y que no podía ser estudiado como fenómeno individual. Fundamentaba su idea en que las tasas de suicidio eran estables y en que había diferencias entre países y también entre los grupos sociales.

Durkheim habla de cuatro tipos de suicidio: el suicidio egoísta, que se produce cuando el individuo se encuentra excesivamente desvinculado de la sociedad, por ejemplo, solteros, viudos o miembros de familias pequeñas. Observó este hecho en otros ámbitos como en la religión o en la política, ya que aseguraba que en períodos turbulentos disminuye el egoísmo y se logra una mayor integración social.

Opuesto al anterior es el suicidio altruista, provocado por una excesiva vinculación del individuo con la comunidad, como ocurría en las remotas civilizaciones asiáticas o en los sistemas militares, sustentados en profundos valores. 

Según Durkheim, el suicidio anómico se produce en situaciones en las que un cambio social brusco, perturba el orden establecido y desemboca en un estado de anomia o ausencia de normas. En este estado, el individuo termina por desorientarse cuando ve que fracasan sus expectativas y esto es lo que le conduce al suicidio. Ejemplos de ello son la quiebra o éxito repentinos.

Por último, el suicidio fatalista, que ocurre cuando hay una regulación normativa excesiva, a través de una disciplina opresiva.

Émile Durkheim.
El cristianismo siempre ha condenado el suicidio. Hasta los años 80 del siglo XX, los suicidas no podían ser enterrados en lugar sagrado y las familias quedaban estigmatizadas.

La conducta suicida: factores de riesgo

El suicidio constituye un problema de salud pública, que según datos de la OMS supone casi la mitad de todas las muertes violentas y se traduce en casi un millón de víctimas al año. La OMS estima que la tasa anual de mortalidad por suicidio global es 16 por cada 100.000 personas. 

En Europa se considera que se suicidan alrededor de 60.000 personas al año y en España la cifra oscila entre 3.000 y 3.500. Se calcula que por cada muerte por esta causa hay entre 10 y 20 intentos.

Las tasas más altas de suicidio se dan en Europa del este, y las más bajas en América del sur, países musulmanes y algunos asiáticos. Hay escasa información sobre el suicidio en los países africanos.

En cuanto al perfil del suicida, los facultativos señalan que corresponde a un hombre, mayor de 65 años, que vive solo, con una enfermedad crónica o incapacitante, una enfermedad psiquiátrica, sobre todo el trastorno depresivo, y que sufre aislamiento social. La tasa de suicidio aumenta con la edad. Los ancianos presentan una tasa de suicidio tres veces superior a la de los jóvenes. 

No obstante, el suicidio está entre las primeras causas de muerte entre los jóvenes y adolescentes. El perfil sería el de un joven con un diagnóstico de enfermedad mental, consumidor de drogas, en situación de desadaptación social, con fracaso escolar, desempleado y perteneciente a una familia desestructurada. 

El comportamiento suicida viene determinado por un gran número de causas complejas e intervienen factores de tipo psicológico, socio-ambiental y biológico.

Un dato relevante es que en el 90% de los suicidios se advierte la presencia de uno o más trastornos psiquiátricos, con un mayor riesgo suicida cuanto mayor es el número de diagnósticos, en algunos casos entre 15 y 20 veces mayor que la población general. La depresión mayor, el trastorno bipolar y los trastornos psicóticos, son los cuadros psiquiátricos que más se asocian a la conducta suicida.

El abuso de sustancias, especialmente el alcohol, se relaciona con el suicidio. Hasta un 15% de los pacientes que sufren alcoholismo se suicidan y el abuso de alcohol es un factor presente entre el 25 y el 50% de los suicidios. La dependencia de múltiples sustancias se ha asociado a un riesgo de suicidio hasta 20 veces superior.

Los factores psicológicos asociados a la conducta suicida son: la desesperanza, la impulsividad, el pensamiento dicotómico, la rigidez cognitiva, la dificultad para resolver problemas, la agresividad o la conducta violenta. La ideación, la planificación suicida y los antecedentes de intentos de suicidio aumentan el riesgo.

En el umbral de la eternidad. Vincent Van Gogh.
Por otra parte, en la mayoría de lugares, salvo en China y en algún otro país de Asia, las tasas de suicidio son mayores en hombres, mientras que la tasa de intentos suele ser mayor en mujeres.

Desde el punto de vista biológico, los factores relevantes en relación con la conducta suicida son los que reducen la actividad serotoninergica. Es decir, un nivel bajo de serotonina, (neurotransmisor), causa los estados depresivos que llevan al suicidio en un alto porcentaje de los casos.

También hay otros factores de riesgo, como la historia de maltrato físico, abuso sexual o acoso.

Personas que presentan algún factor de riesgo, pueden tener conductas suicidas después de un evento precipitante, (acontecimientos estresantes como pérdidas personales y económicas, tensiones interpersonales, aislamiento social, etc).

Pero también existen factores protectores del suicidio, que son: personales (habilidad para resolver problemas, alta autoestima, tener hijos, optimismo, autocontrol, temor al dolor) y sociales (tener una red social y familiar adecuada, acceso a los dispositivos de salud, ambiente estable, tener creencias religiosas, valores contra el suicidio).

Mecanismos suicidas

En general, destacan tres grandes tipos de mecanismos suicidas: las asfixias (ahorcadura y asfixia por sumersión); los traumatismos (precipitación, atropello, arma blanca y de fuego) y las intoxicaciones (medicamentos, productos cáusticos, gases, plaguicidas y otros venenos).

En España el mecanismo de suicidio más frecuente es la ahorcadura, sobre todo en las zonas rurales y es más frecuente en los hombres. La sumersión es más propia del medio rural, en ríos, lagunas o pozos y suele ir acompañada de carta de despedida. Por otro lado, la precipitación se da más en zonas urbanas y en mayor proporción en personas ancianas y mujeres.

El atropello por tren o metro es una forma de suicidio que presenta cifras muy bajas pero constantes.

En cuanto al suicidio por arma blanca, representa poco más del 5%. Deben considerarse sobre todo las lesiones a nivel del cuello. También hay formas típicas de otras culturas como el hara-kiri japonés. En menor medida se da el suicidio con arma de fuego.

En cuanto a las intoxicaciones, son más frecuentes en las mujeres. En primer lugar destacan las intoxicaciones por psicofármacos. La intoxicación por monóxido de carbono ha sido muy efectiva, sobre todo en zonas urbanas porque se podía obtener fácilmente y ha sido la modalidad en la que eran más frecuentes las cartas de despedida. Actualmente el suicidio a través de cáusticos es más escaso pero es más espectacular, ya que la forma de muerte es lenta y dolorosa. El envenenamiento por cianuro presenta cifras bajas y constantes. También son formas de suicidio la sobredosis de opiáceos y la mezcla de tóxicos o el empleo de plaguicidas en el medio rural.

Otros mecanismos son: los suicidios a lo bonzo, (impregnando la ropa con líquidos combustibles a la que se le prende fuego); los suicidios por explosión; los accidentes de tráfico con intención suicida (conductores y peatones); o los mecanismos dobles o complejos de suicidio.


Fuentes y bibliografía:
Moron, P.; El suicidio. Publicaciones Cruz O S.A. 1992.
Gisbert Calabuig, J.A.; Medicina Legal y Toxicología. Villanueva Cañadas. E. 6ª  ed. Barcelona. Masson. 2005.
Guía de práctica clínica de prevención y tratamiento de la conducta suicida. Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. 2011. 
Suicidio y psiquiatría. Recomendaciones preventivas y de manejo del comportamiento suicida. Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental. Julio Bobes García, José Giner Ubago, Jerónimo Saiz Ruiz. Ed. Triacastela 2011. 

4 comentarios:

  1. Esto va por rachas: el cristianismo veía en el suicida un cobarde y un pecador (y hasta un cortarrollo), para los románticos era un rebelde superior... ¿Lo consideraremos un día víctima de una idea patológica como de un tumor? Claro que es una pregunta para quien no se ha planteado saltar del puente...

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    1. Y es una realidad que se sigue escondiendo. Hay una serie de prejuicios sobre el suicidio que dificultan la prevención. En el próximo post escribo sobre el tratamiento informativo que se le da al problema, y otras cuestiones que siguen sin resolverse. Gracias por el comentario.

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  2. No se puede saber verdaderamente,que pasa por la cabeza de un ser humano cuando decide suicidarse,pero mucha fuerza tiene que tener ese algo para que lo lleven a efecto.A mi me parece que hace falta mucho valor.Y con respecto a como lo ve la sociedad,supongo que la ocultación no será por el acto en sí,sino como una medida de protección a la reputación del individuo o incluso por sentido de culpa,a mi me parece que no es nada vergonzoso pero cada persona es un mundo.Y el punto de vista de la Iglesia...eran otros tiempos,otra sociedad,afortunadamente,todo eso ha cambiado.Muy buen articulo,felicidades

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