martes, 8 de enero de 2013

LA MALA PRENSA DEL PERIODISMO DE SUCESOS


De toda la vida, las desgracias y el morbo han atraído al público como la miel a las moscas. Las malas noticias tienen un magnetismo irresistible para la gente, son de las más leídas de la prensa y alimentan el chismorreo en la calle. De hecho, hay un axioma periodístico que dice que las buenas noticias no son noticia.
 
La información de sucesos es diversa y complicada de clasificar. El periodista francés Jacques Kayser catalogó, hace más de medio siglo, este tipo de informaciones en cuatro apartados: catástrofes naturales, accidentes, crímenes y delitos, y varios, que actualmente han ido a parar a la sui géneris sección de Sociedad. No obstante, el suceso violento es el que acapara mayor atención y, por ende, al que se le da preferencia.
 
La factoría de noticias y el circo mediático
 
A pesar de que hay periodistas de sucesos que realizan un trabajo brillante, otros muchos parecen trabajar en una factoría de noticias, cimentada en un periodismo de declaraciones.
 
Cuando se tiene conocimiento del suceso arranca el dispositivo. El periodista, empujado por la urgencia de llegar el primero y marcarse el tanto de la exclusiva, acude al lugar de los hechos y allí levanta lo que se ha venido a llamar el “circo mediático”. Ante las prisas, y la dificultad de acceder a las fuentes oficiales o a los protagonistas del hecho, se resigna a asistir a la rueda de prensa de turno o se conforma con ponerle la alcachofa a algún curioso que por allí merodea y que sabe poco de lo ocurrido, o recoge el testimonio de la víctima indignada y perturbada por el suceso. Todo esto conduce a una caída en picado hacia el sensacionalismo. El drama y el dolor convertidos en noticia exprimida hasta la saciedad.
 
 
La tentación amarillista
 
Definitivamente, la reputación que pudo tener la prensa de sucesos se fue al garete en el momento en el que se combinó la codicia de los grupos de comunicación con las carencias, propias y ajenas, con las que tenían que bregar los periodistas. Así que, en muchos de estos medios de comunicación de masas, el recurso del morbo fácil le cerró la puerta al pudor y tiró la ética periodística por la ventana y esa tendencia se ha ido extendiendo como una plaga.
 
Este tipo de información es delicada y seria, por ello se tendría que tratar con mayor rigor y respeto. Para ello es necesario que el periodismo de sucesos sea atendido desde la especialización y debe estar basado en la explicación de los hechos en profundidad, en la preferencia de la calidad a la cantidad, en consultar a fuentes expertas. Aunque es una difícil misión, si tenemos en cuenta que los medios de comunicación son grandes corporaciones que dan prioridad a su cuenta de resultados, donde se están esquilmando las plantillas y los profesionales carecen de la formación necesaria.
 
El suceso violento existe y es necesario darle cobertura, no puede ser apartado de la agenda mediática porque refleja la realidad social. El caso es que, bajo el amparo del derecho a informar, diariamente se pisotea el código deontológico del periodismo y esta mala praxis conlleva a errores, entre ellos: crear juicios paralelos, dar pábulo al rumor, generar alarma social o confundir al público por un mal empleo de la terminología.
 
Decálogo de buenas prácticas 
 
  • El periodista debe reconstruir los hechos con rigor y contrastando la información obtenida con la interpretación de fuentes expertas e independientes. No se puede depender exclusivamente de las fuentes oficiales de información, ya no son fuentes interesadas y dan información escasa.
     
     
  • Tampoco se debe dar primacía a la búsqueda de testimonios de las víctimas, familiares o personas afectadas por el dolor. El periodista debe evitar la intromisión gratuita y la especulación. Especialmente, hay que respetar el derecho a la intimidad de los menores.
     
     
  • Hay que evitar incluir en el texto comentarios y opiniones procedentes de personas no cualificadas o que no hayan sido testigos de los hechos.
     
     
  • Se tiene que respetar la presunción de inocencia cuando la información verse sobre el ámbito jurídico. Del mismo modo, hay que hacer un uso correcto del adjetivo “presunto”, que debe ser empleado solamente para referirse al posible autor de un delito, desde el momento en el que se han abierto diligencias procesales hasta que hay fallo en la sentencia. Por lo tanto, los delitos, las agresiones, los asesinos que no han sido identificados o los crímenes, no son presuntos.
     
     
  • Se tiene que respetar el derecho a la intimidad y a la imagen de las víctimas de un delito, así como la publicación de material que pueda contribuir a su identificación. También se debe evitar nombrar a los familiares y amigos de personas acusadas o condenadas por un delito, salvo que su mención sea necesaria para que la información sea completa. Estos criterios se tienen que aplicar con extremo rigor cuando la información afecte a menores de edad. El periodista debe abstenerse de entrevistar, fotografiar o grabar a los menores de edad sobre temas relacionados con actividades delictivas o del ámbito de la privacidad.
     
     
  • La formación del profesional es necesaria para abordar la información de manera correcta. El periodista que escribe sobre sucesos debe tener conocimiento sobre los conceptos y la terminología de las áreas sobre las que escribe. El objetivo es dar una explicación de los hechos en profundidad y llegar a las causas, circunstancias y consecuencias del asunto. Aportar detalles relevantes del suceso y obviar los superficiales o escabrosos.
     
     
  • Hay que tener cautela con informaciones sensibles para evitar un posible efecto contagio o crear alarma social. Como es el caso de informaciones sobre suicidios. Hay que tener la misma precaución con las informaciones del campo del derecho o de la medicina, ya que, si se hace un tratamiento frívolo, se pueden herir sensibilidades.
     
     
  • En cuanto al relato, se debe establecer una diferencia entre la información y la valoración del periodista. En cualquier caso, el análisis debe ser objetivo.
     
     
  • Hay que evitar los titulares, comentarios e imágenes sensacionalistas, las expresiones redundantes, estereotipadas y los tópicos.
     
     
  • Se debe explicar el acontecimiento siguiendo los criterios del código deontológico de los periodistas y las recomendaciones de los organismos dedicados al estudio de los medios de comunicación.

3 comentarios:

  1. Ay nena, está tan tergiversado el periodismo que vender es lo único que importa transformando la esencia natural de la verdadera comunicación :-(
    ¡Muy instructivo!

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  2. Desgraciadamente es lo que nos toca vivir...muchas gracias por leerlo y por tu opinión.

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  3. Realmente éste tipo de noticias suelen ser lo bastante impresionantes como para no tener que sensacionalizarlas más,pero es cierto que se hace.Creo que el periodismo,aunque tenga más difusión que nunca,no está en su mejor momento y efectivamente lo que prima es vender a toda costa,sin embargo hay mas lectores de los que se cree,que valoramos la información seria,explicita y contrastada.
    Muy bien explicado el tema ¡enhorabuena!

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